Con sus imprevistos incluidos, el vestuario llegó volando y a tiempo tras una víspera de día que merecían. Amigos con los que compartimos risas y mucha complicidad. Salió más que mejor.
Marta, entregada al máximo con la ayuda de Santi para salvar estos grandes momentos de días que no vuelven a repetirse. Con estas almas en las montañas, rodeados de aún más naturaleza de la que encarnan, detuvimos el tiempo disfrutando de esta combinación que lo hizo, perfecto.
Gracias por vuestra amistad.